ni el soldado,/ ni el artista,/ ni el poeta en su sentido ordinario y doméstico importan nada.// Nuestro oficio no es nuestro Destino./ No hay otro oficio ni empleo que aquél/ que enseña al hombre a ser un Hombre./ El hombre es lo que importa./ El Hombre ahí,/ desnudo bajo la noche y frente al misterio,/ con su tragedia a cuestas,/ con su verdadera tragedia,/ con su única tragedia.../ la que surge, la que se alza cuando preguntamos,/ cuando gritamos al viento./ ¿Quién soy yo?/ Y el viento no responde... Y no responde nadie.// ¿Quién es el Hombre?.../ Tal vez sea Cristo.../ Porque el Cristo no ha muerto.../ León Felipe (1884-1968).
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"Él, Hijo de Dios vivo, habla a los hombres también como Hombre: es su misma vida la que habla, su humanidad, su fidelidad a la verdad, su amor que abarca a todos. Habla además su muerte en la cruz, esto es, la insondable profundidad de su sufrimiento y de su abandono (...) Cristo Redentor revela plenamente el hombre al mismo hombre" (Juan Pablo II, "Redemptor Hominis", (1979) se trata de su primera encíclica como Papa).
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